Mar 22, 2012

Alicia Canto y de Gregorio o la mirada torcida

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Alicia Canto y de Gregorio o La Mirada Torcida

El método cantoniano y la negación de las evidencias arqueológicas

 

 

Alicia Canto y de Gregorio es, aparentemente, una profesora profesora del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid. Decimos aparentemente porque el hábito no hace al monje, de modo que por mucho que la citada señora agite al viento sus hábitos, estos no son prueba de nada. La prueba, como todo en esta vida, vendrá de lo que sus obras y acciones prediquen de ella.

 

El difunto periodista y diplomático cubano Rosendo Canto Hernández, a la sazón embajador de la Cuba fascista de Batista en Costa Rica, Corea y Taiwán, fue el padre de nuestra Alicia Canto. El bueno de Rosendo, fascista hasta la médula, era embajador en Taipei en 1959, seis años después de que las tropas de Batista asesinaran a miles de guerrilleros castristas, sin que ello inquietase al buen señor. Sí le inquietó, y mucho, el que en ese mismo año de 1959 los campesinos chinos triunfasen en su revolución.

 

El bueno de Rosendo decidió renunciar a su cargo de embajador aduciendo incompatibilidad ideológica, lo que habla ya de por sí acerca de las ideas políticas del caballero.

 

Claro que en ese mismo año también los campesinos cubanos triunfaron en su revolución, de modo que el bueno de Rosendo no tuvo más opción que emigrar. De todos los destinos posibles, Rosendo Canto eligió Madrid, y ello por dos poderosas razones: primero, porque fue en Madrid donde en 1948 se casó con la abogada Ascensión de Gregorio Sedeño, y segundo, porque en España gobernaba un caudillo católico y anticomunista, muy del gusto del bueno de Rosendo. En este caso existió una extremada compatibilidad ideológica. De hecho, fundó nada más pisar suelo madrileño el primer periódico anticastrista, Acción Cubana, y lo esencial es que lo fundó el mismo año en que triunfó la revolución cubana, de modo que ni siquiera quiso el bueno de Rosendo esperar a ver qué deparaba esa revolución: él ya era anticastrista antes incluso de Castro. Se retractaría de su opinión en 1966.

 

En la reseña que de este personaje hiciese El País el 24 de enero de 1985 se decía esto:

 

 

Canto vive en un piso de la calle de Goya. Al final de un largo pasillo está la sala donde atiende a sus invitados con puros cohibas y copas de ron Havana Club, envejecido durante siete años en barricas de roble. El cuarto tiene un aire rancio, con muebles viejos y polvorientos, que hacen juego con su desaliñada indumentaria, mocasines negros, calcetines rojos, anchos pantalones azules a rayas blancas y cazadora de cuero negro. Fotos del ex embajador con Fidel, Franco y Chiang Kaichek y un póster de Juan Pablo II decoran la estancia y permiten reconstruir su singular biografía.

 

 

Si se busca la entrada correspondiente a Rosendo Canto en la Wikipedia española, sorprendentemente la encontrarán. Ello dice mucho de la Wikipedia, y poco del tal Rosendo Canto. Lo que ello sí dice, y mucho, es de la autora de tal entrada: la señora Alicia Canto y de Gregorio.

 

A la señora Canto le gusta acudir a las fuentes históricas para interpretar el devenir histórico, algo loable si ésto se hace honestamente y con la mirada franca, y algo detestable si se hace con la mirada torcida, aquella mirada que pasa por alto aquello que no gusta a quien mira. Así, el párrafo de los puros cohibas, el ron Havana Club, los retratos de Castro, Chiang Kaichek y Franco figuran en la fuente que en la entrada de la Wikipedia se cita, fuente consultada por la señora Canto para inventarse la reseña de su padre, pero ha quedado omitido, probablemente por lo mucho que dice en contra del tal Rosendo.

 

La cuestión aqui es ésta: ¿puede uno fiarse de las propuestas históricas y epigráficas de la señora Canto y de Gregorio cuando en lo más nimio oculta datos históricos y biográficos? Si Alicia María Canto desea pasar por historiadora, deberá aplicar con rigor el método histórico, en vez de retorcerlo para hacer pasar como hechos algo que sólo lo son a medias, o que ni siquiera lo son.

 

La mujer del bueno de Rosendo, Ascensión de Gregorio Sedeño, profesora de instituto, ejercía además de secretaria general de la Federación Nacional de Asociaciones de Amas de Casa y del Consumo Familiar. Por cierto, no podía haber más asociaciones de estas, como bien nos recuerda la propia Ascensión de Gregorio en su carta publicada en el diario ABC, de fecha 18 de diciembre de 1974, donde escribió esto:

 

 

(me veo) en el deber de aclarar a la opinión pública y autoridades que, conforme a lo establecido en la vigente ley de Asociaciones, no existe ni puede existir en nuestra provincia más Asociación de Amas de Casa que la nuestra...

 

 

Se trataba de la típica asociación creada para el entretenimiento de las mujeres burguesas que creian así lavar su ensuciada conciencia. Véase la fotografía del diario La Vanguardia, de fecha 11 de julio de 1974, en la que aparece, rodeada de “amas de casa”, la entonces princesa Sofía. A la derecha aparece, precisamente, Ascensión de Gregorio Sedeño. Está claro que representaba a las amas de casa de la provincia, en especial a las del cinturón de Madrid, ya saben, Carabanchel, Villaverde, Usera, Vallecas, etc., y está claro porque todo el mundo sabe que las amas de casa de 1974 se codeaban con la entonces princesa de España mientras sus maridos se quedaban en casa fumando cohibas y bebiendo ron Havana Club debajo de un retrato de Franco. Quizás eso lo sabe todo el mundo, excepto nuestra querida historiadora, Alicia Canto.

 

No deja de ser irónico que doña Ascensión, la diligente abogada, muriese un 14 de abril de 1993, día de la República.

 

En ese entorno tan rancio y polvoriento se educó nuestra Alicia María Canto y de Gregorio. Ya saben, educación ortodoxa, católica, conservadora, esa clase de educación que está más cerca del adoctrinamiento que de la verdadera educación. Un entorno de los que moldean la cosmovisión de quien lo experimenta, el entorno de paz y orden del burgués que vive en un régimen totalitario sin querer enterarse de que, más allá de la calle Goya, estaban los barrios deprimidos de obreros y de la clase baja, ésos desgraciados que no beben ron envejecido en barricas, sino carajillos, y que tampoco fuman cohibas, sino Celtas Cortos o Bisontes. En fin, lo que en el imaginario de la señora Canto vendría a ser la plebe.

 

Nuestra Alicia María Canto cumplió a la perfección su papel de niña bien del barrio de Salamanca. Mientras los hijos de los obreros se la jugaban en reuniones ilegales donde se gestaban organizaciones como la Joven Guardia Roja, la Liga Comunista Revolucionaria o el Partido del Trabajo, ella empollaba los textos de bachillerato hasta lograr ser Premio Extraordinario de Bachillerato del Distrito Universitario de Madrid, en el año 1966. En ese año se fundó la Juventud Comunista Revolucionaria, que tres años después se convertiría en la Liga Comunista Revolucionaria. Por cierto, también fue el año en que se fundó el EMK-MC, el Movimiento Comunista Vasco, muy lejos del barrio bien donde vivía nuestra empollona y diligente premio extraordinario de bachiller.

 

Se cumple aqui el eterno modelo burgués de la organización social: la jurista Doña Ascensión envía a su hija a la Universidad a la par que organiza las actividades de las amas de casa, aquellas cuyos hijos van directamente a las fábricas del cinturón industrial de Madrid.

 

Es importante conocer en qué parámetros sociopsicológicos se movió Alicia Canto y de Gregorio para poder comprender su visión torcida de la Antigüedad, una visión que, curiosamente, amenaza directamente el trabajo de la arqueología de campo, esa arqueología que ella tanto detesta porque proporciona datos, evidencias e informaciones que empañan su idílica visión del pasado, presente y futuro cantonianos.

 

Alicia Canto se licencia en Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla en el año 1975, accediendo al Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid desde 1983, y desde 1985, por oposición, Profesora Titular de Epigrafía y Numismática, impartiendo las asignaturas relativas a la epigrafía, tanto general como de la Península Ibérica, así como cursos de Doctorado preferentemente dedicados a la Arqueología Clásica y a su relación con la epigrafía y la Historia Antigua. También es antigua becaria de la Fundación Alexander von Humboldt (1985) y militante del Centro Democrático y Social (CDS), ejerciendo de portavoz del CDS en el Ayuntamiento de Collado Villalba entre 1987 y 1995. Alicia Canto y de Gregorio fue miembro de la Association Internationale d’Epigraphie Grecque et Latine (1987), Miembro Correspondiente del Instituto Arqueológico Alemán de Berlín (1991).

 

Un año antes, en 1990, nuestra profesora de arqueología obtuvo el 37% de los votos en las elecciones internas que celebró su partido para elegir al nuevo presidente de la Federación regional en Madrid. Fue además cabeza de lista al Senado por el CDS en las elecciones de 1996, Académica Correspondiente de la Real Academia de Extremadura en 1997 y Miembro de Honor de la I.N.S. de Montreal (2001), ocupando en 2003 el último puesto de la candidatura del CDS para las elecciones del 25 de mayo de ese mismo año, prestando así su apoyo y su prestigio a los nuevos representantes de su partido en el municipio, según la prensa del momento. 

 

Recordemos que en ese año, el presidente del CDS pidió el voto para el Partido Popular. El CDS se integró oficialmente en el Partido Popular en el año 2006, en un acto que tuvo lugar en el Teatro de la Casa de Campo de Madrid.

 

La Mirada Torcida

 

Ahora se pregunta una si una persona que ha vivido tan de espaldas a la realidad social que le ha tocado vivir podria ser capaz de interpretar la historia, en especial la historia de la antigüedad. Más específicamente, nos preguntamos si en los análisis de la señora Canto es posible separar los efluvios del ron añejo, el olor de los puros habanos, la pijería de la calle Goya de Madrid, y todo ese clasismo antisemita de los nacionalcatólicos, de los hechos crudos que expone la arqueología de campo para los diversos yacimientos y objetos arqueológicos donde posa su torcida mirada. Va a ser difícil que quien se educó creyendo que las amas de casa eran lo más parecido a una princesa sepa distinguir la realidad, telle quelle, de un cuento de hadas.

 

¿Ocurrirá con esta insigne señora lo que aconteció con el conocido nazi Ernst Bickel, autor de la pésima Historia de la literatura romana, quien acusaba a los bárbaros y a los semitas de la decadencia del glorioso imperio romano? ¿Ocurrirá que rebajará la condición de héroes a, pongamos por caso, Corocotta, calificándolo de delincuente norteafricano, y elevará a héroes a villanos como, por ejemplo, Manuel Godoy? Dicho de otro modo, ¿encontraremos la mirada torcida de Alicia Canto en las entradas de ambos personajes en la Wikipedia, a la cual la señora dedica la mayor parte de su tiempo?

 

Ahórrense buscar porque ya les adelantamos que sí, que su revisionismo ya modificó las pertinentes entradas, y ello sobre la base de dos articulitos escritos por la propia persona que propugna la revisión, lo cual no deja de ser impresentable y deshonesto. El método cantoniano es así de unidireccional y anti-histórico.

 

La crítica fundamental a la mirada torcida de Alicia Canto se la hace  Rodriguez Colmenero, cuando en la página 22 de su artículo titulado La nueva tabula hospitalitatis de la civitas Lougeirum. Problemática y contexto histórico, aparecido en el Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik, número 117, de 1997, escribe esto:

 

 

la Dra. Dopico aplica incorrectamente, tal como ya lo hiciera la profesora Canto, el concepto de gens.

 

 

La frase, que parece inocente, pone de manifiesto una carencia esencial en la formación de nuestra estimada profesora, a saber: no entiende el concepto de gens. En la interpretación del mundo romano no entender este concepto es tanto como no entender el concepto de casta de la sociedad hindú (salvando las diferencias) o, directamente, no entender el concepto de ama de casa en la España de 1970. Básicamente, no entender bien ese concepto es tanto como ser ciego a las diferencias de clase. La gens es una institución que en la antigua Roma precedió al Estado y contribuyó a formarlo. Cada gens estaba integrada por personas que decían descender de un antepasado mítico en común, que le daba nombre a la gens (el nomen gentilicium) y estaban sometidas a la potestas (poder) de un líder, que pronto lo adquirió el varón más aciano del grupo, el pater.

 

Quizás explique esto el empeño de la señora Canto en fabricarse un pasado patricio glorioso, siendo muestra patente su petición de información, en una página web dedicada a la genealogía, relativa al apellido de Gregorio, petición en la que señala que está interesada en investigar el glorioso pasado de los de Gregorio de Italia, a la que ella, por mor de su apellido, pertenece (¡sic!). Quizá. En todo caso, la gens, cualquier concepto de gens, explica porqué el hijo del banquero siempre es banquero y usted no.

 

No es de extrañar que a la señora Alicia Canto se la cite constantemente en los foros nacionalcatólicos y fascistas, como ese de Dignidad, Identidad y Soberanía, donde nos regalan una foto de la interfecta que no tiene desperdicio:

 

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El desconocimiento del concepto de gens convierte a la señora Canto en inútil intérprete de las élites hispánicas, por mucho que ella se empeñe en ser la única especialista en ese campo. Tan es así, que en el libro titulado Elites hispaniques, del que  son editoras Milagros Navarro Caballero y Ségolène Demougin, y publicado en el año 2001 en Burdeos por Ausonius Publications, no existe, afortunadamente, mención alguna a los pobres trabajos de nuestra querida Alicia María.

 

El libro recoge las ponencias de la conferencia celebrada en Burdeos, en 1998, relativa al estudio de las élites en Hispania, bajo la premisa de que la historia del Imperio Romano no es sino la historia de su clase dirigente, de modo que es pertinente el estudio de las élites provinciales. Tampoco la especialista Françoise des Boscs-Plateaux, autora del libro Un parti hispanique à Rome? Ascension des élites hispaniques et pouvoir politique d’Auguste à Hadrien (27 av. J.-C.-138 ap. J.-C.) y publicado en 2005 por Casa de Velázquez cita ni uno solo de los trabajos de Alicia Canto, y eso que el libro tiene 763 paginas. Por cierto que la señora Canto se quejó amárgamente de dicha omisión, eso sí, en la red (Tiempo de Historia, 27 de marzo de 2006).

 

Y es que a Alicia María Canto se le ocurrió que, ya que nadie la citaba, al menos podria autocitarse constantemente en la red y, en especial, en la Wikipedia, conocido medio donde especialistas y expertos de todo tipo y pelaje practican lo que más le gusta a la señora Canto: el adoctrinamiento, el inventarse la historia, el ensalzar la nación de uno por encima de las demás o, ¿porqué no? en dar a conocer el insigne papel que el pueblecillo donde una nació jugó en el destino universal de Europa. Es lo que se llama mirar el mundo con la mirada torcida.

 

La señora Canto se ha dedicado, en cuerpo y alma, a llenar los foros con sus teorías fantasiosas, aquellas que le han valido ser invitada estelar en un programa dedicado a asuntos tan serios como la influencia de los extraterrestres en la elección del emperador Trajano o la consideración de las caras de Bélmez como fenómeno cumbre del arte mural.

 

Una de sus fantasías queda recogida en su libro Las raíces béticas de Trajano (RD Editores), donde nos dice que el último emperador que gobernó Roma como un sólo imperio, Teodosio El Grande, procedía de algún lugar entre la localidad de Santiponce (Sevilla) y el sevillano barrio de Triana (sic), y ello lo concluye “después de analizar los textos del poeta Claudiano". Ya ven, no procede del barrio de las Tres Mil Viviendas. Procede del barrio de Triana. Canto dixit. Para sonrojarse.

 

En este mismo planfeto nos dice que Adriano tiene que nombrar regente a una persona que no es de su linaje, Antonino Pio, pero haciéndole jurar que al término de su reinado le precederá Marco Aurelio y Lucio Berio II. Por supuesto, no aporta prueba alguna de tal juramento. Más específicamente, en la página 179 escribe que "el emperador Trajano y su padre, el famoso general de Vespasiano y Tito, no descendían por su sangre de la gens Ulpia, sino de la Traia. Que ésta no era de origen itálico como la de Adriano, sino turdetana de pura cepa. Y que sería el padre de Trajano, un Traius, el que entró en la gens Ulpia tras una adopción". En esencia, nos dice que Trajano nació en el barrio de Triana y que por lo tanto es de rigor considerarlo de pura cepa turdetana.

 

Claro que aqui opera de nuevo la mirada torcida de quien en las reseñas que escribe en la Wikipedia sobre su propio padre pasa por alto el motivo de su renuncia al puesto de embajador en Taipei (incompatibilidad ideológica) y el hecho de que fuese fundador del primer periódico anticastrista. Reescribir la historia desde la mirada torcida.

 

Un buen ejemplo de historia-ficción es su artículo de 1978, Una familia bética: Los Fabii Fabiani, aparecido en Habis, 9, 293-310, y escrito en el barrio de Triana.

 

En http://ujue-uxue.blogspot.com.es/2012/02/apuntes-sobre-cultos-precristianos-en.html se nos informa que ciertos arqueólogos mencionan la teoría de la profesora Alicia María Canto que supone que la cima de Uxue fue una especie de meca religiosa dedicada a una divinidad relacionada con el toro. Ya ven, una especie de Meca en la cima de Uxue, una teoría que no postula, sino supone que estuvo dedicada a cierta divinidad relacionada con el toro. No, tampoco aporta datos que sustenten semejante suposición.

 

Pero quizás el trabajo más fantasioso de Alicia María Canto sea el que puede leerse en http://www.tierravascona.info/aliciacanto/index.html, aparecido en 1997 en Archivo Español de Arqueología, número 70, páginas 31  a 70 y titulado La tierra del toro: ensayo de identificación de ciudades vasconas.  La bisoñez de la propuesta que entonces exponía nuestra cándida historiadora queda reflejada en el resumen que ella misma hacía de dicho trabajo, a saber:

 

 

Este trabajo está dividido en dos partes. En la primera se estudian los testimonios de culto al toro y a la luna como definidores del territorio primitivo del ager Vasconum, en especial las muy características «aras taurobólicas» de Navarra y el Oeste de Zaragoza. En la segunda se propone un nuevo método de análisis, por conjuntos, para intentar aprovechar datos, hoy inutilizables, del geógrafo Ptolomeo (II. 6, 66), acerca de las ciudades vasconas. Con diversos materiales arqueológicos y fuentes literarias, antiguas y medievales, se llega a proponer nueva ubicación para dieciocho de ellas y, en especial, para el enorme territorio público conocido como «Las Bárdenas Reales», un posible ager Caesarianus adsignatus. La propuesta final de localizaciones (fig. 13) coincide bastante bien con la experimental a partir de Ptolomeo (fig. 9), lo que puede indicar la validez del método empleado.

 

 

Dejando de lado el hecho, mil veces constatado, de que es la arqueología de campo la que certifica o invalida la validez de una fuente histórica, y no al revés, lo que la niña-bien proponía entonces era sentarse en un sillón, encender un puro Cohiba, beber una copa de ron añejo del bueno de Don Rosendo y ponerse a leer a Ptolomeo y alguna que otra fuente literaria, y ello al objeto de ubicar en un mapa, nada más y nada menos, que once ciudades vasconas dentro del más que apetecible territorio ocupado por las Bárdenas Reales. Eso sí, se recurrirá, de vez en cuando, a diversos materiales arqueológicos (sic).

 

Entre las fuentes literarias a leer figuran los trabajos de otro insigne fantasioso, el ya célebre antisemita Schulten, el tipo que quiso ejercer de acusación en el caso Fenicia versus Tartesos y del que, gracias al señor J.M. Blázquez, el que salió mal parado fue, precisamente, Schulten y su mirada torcida. Parece lógico que nuestra Alicia Canto consulte precisamente a otro dilettante de torcida mirada en su reconstrucción de la Tierra Media, esa que ella sitúa en las Bárdenas, cómo no, Reales.

 

Por cierto que el tal Schulten no le inspiró confianza a Alicia Canto cuando se propuso degradar a Corocotta, pero sí le inspira confianza cuando de lo que se trata es de ubicar once invisibles ciudades vasconas allí donde la arqueología nada encuentra. Hermoso ejemplo del método cantoniano según el cual usted primero propone una teoría, y luego recurre a las fuentes para, silenciando aquellas que se obstinan en contradecir su teoría, seleccionar aquellos párrafos que mejor encajan en su visión, certificando así la veracidad de lo que no fue nunca probado.

 

Lo siguiente es ir a la Wikipedia y escribir a los editores la consabida nota prefabricada (Soy Alicia Canto, encantada de saludarles; les escribo para hacerles notar que su exposición es equivocada porque, como creí haber demostrado en mis articulitos de 1990, 1994, 2006 y 2010, la gallina no procede del huevo, sino de Triana, etc.).

 

 

Aunque es un trabajo ya antiguo y superado, no está de más leer lo que la calenturienta mente de nuestra aprendiz de aristócrata pensaba por entonces:

 

 

A lo largo de este estudio me intrigaba la predominante y favorable posición de la ciudad de Tudela, junto al Ebro (y, lo que no es menos importante, al pie del río Queiles), sin que fuera mencionada en ninguna fuente greco-romana, ni mereciera casi atención por la mayor parte de los investigadores modernos. El Queiles, según afortunada reducción de A. Schulten es el que los antiguos llamaron Chalybs, quizá como un cultismo en honor de los legendarios forjadores asiáticos del acero.

 

 

Ya ven, en honor de los legendarios forjadores asiáticos del acero.

 

¿Podría aportar alguna prueba de que los forjadores eran legendarios o alguna en la que la reducción de Schulten se mostrase afortunada? ¿O es que la tal reducción es afortunada sólo porque encaja en nuestra preconcebida idea?

 

En este trabajo es donde la señora juega a etimóloga y nos propone que Tudela procede del latín tutela, y que el nombre que recibió la ciudad lo fue en razón de la función de vigilancia y defensa de esas invisibles once ciudades del ager vasconum. Afortunadamente, los tres volúmenes publicados por el Ayuntamiento de Tudela sobre la historia de la ciudad (La Tudela desconocida, 3 volúmenes, 2002-2003) obvian por completo la delirante propuesta de la visionaria Alicia Canto, a la que recomendamos encarecidamente que impulse su propuesta en el ya mencionado programa de actividades paranormales y abduciones, Cuarto Milenio, donde ciertamente tendrá una mejor acogida.

 

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El error de base no era subvertir el método científico, es decir, recurrir primero a las fuentes históricas y en último lugar a la arqueología de campo. Tampoco era su nula comprensión del concepto gens.

 

El error radica en algo más serio: su total desprecio por la arqueología de campo. Ya saben, el pésimo investigador nunca dejará que los hechos y las evidencias estropeen su hermosa teoría. De eso saben mucho otros dignos profesores de la filología-ficción, Joaquín Gorrochategui Churruca y Joseba Koldobika Lakarra Andrinua. Sumen ahora a la señora Canto y envíenlos a los tres a Cuarto Milenio. El desprecio que la señora Canto siente por la arqueología de campo, en especial cuando dicha arqueología descubre evidencias que contradicen sus teorías (¡cómo se atreven!) se ilustra a la perfección en aquel coloquio organizado por la la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Bailén, en el que nuestra Alicia Canto ofreció una delirante conferencia titulada Bailén y la Batalla de Baecula (208 a.C.): Reflexiones sobre los límites de la Arqueología de Campo.

 

Otra vez aplicó el método cantoniano de historia-ficción, es decir, recurrir a las fuentes romanas disponibles (ya saben, los de siempre, Polibio y Tito Livio) para tachar de equivocada la ubicación de Baecula propuesta por el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica. Como quiera que ni Polibio ni Tito Livio conocían la existencia del barrio de Triana, nuestra ínclita profesora se ve obligada a situarla en Bailén, y no en Santo Tomé, como señalan los datos de la arqueología de campo aportados por los investigadores de la Universidad de Jaén.

 

La conclusión que extrae nuestra tóxica historiadora del hecho de que los datos arqueológicos no apoyan su teoría bibliotecaria es esta: la arqueología de campo tiene serias limitaciones. Quizá para evitar estos molestos percances se le ocurra a Alicia Canto sacar a colación, con ciertas modificaciones, la cartita de 1974 que su madre enviase al ABC:  me veo en el deber de aclarar a la opinión pública y autoridades que, conforme a lo establecido en la vigente ley del Método Cantoniano, no existe ni puede existir en la Historia otra verdad que la mía...

 

 

Acostumbrada a cambiar la ubicación de las ciudades y a modificar las fechas de los sucesos, en función de su distorsionada óptica, también se atreve a cambiar los lugares de nacimiento de los personajes históricos, cual Trajano. En la Wikipedia italiana leemos su patético intento por inventarse un Trajano sevillano: Recientemente creo haber probado que Trajano no procedía de una familia italiana, la Ulpia, asentada en Hispania en la época de Escipión, como se viene diciendo hace siglos por una transmisión errónea en el Epit.de Caes. 13.1.

 

Los redactores del artículo ciertamente leyeron el trabajo de nuestra egocéntrica Alicia María, para concluir que era infumable. Al día de hoy, la entrada de Trajano sigue estando como debía estar en la Wikipedia italiana, en la alemana, en la francesa, en fin, en todas menos en la española. En la versión inglesa encontramos incluso una versión más anti-cantoniana:

 

 

Marcus Ulpius Traianus was born on 18 September 53 in the Roman province of Hispania Baetica (in what is now Andalusia in modern Spain), a province that was thoroughly Romanized and called southern Hispania, in the city of Italica (now in the outskirts of Seville), where the Italian families were paramount. Of Italian stock himself, Trajan is frequently but misleadingly designated the first provincial emperor...

 

 

La versión noruega es, con mucho, la mejor: no cita dónde nació Trajano, algo que les importa un rábano a los noruegos y que, en general, debería importar un comino a cualquiera. ¿Qué aporta saber el lugar de nacimiento de Trajano, de Confucio, o de Napoleón? Debería la señora Canto aprender de los noruegos, en vez de intentar llenar con su basura la Wikipedia. Son esas contradicciones entre las distintas versiones lo que hacen de la Wikipedia una fuente de información escasamente fiable. Claro que, como bien sabe la señora Canto, será a la Wikipedia a la que acudan los estudiantes holgazanes, de modo que será allí donde podrán leer la versión del mundo cantoniana, esa versión torcida y pueblerina que Alicia Canto desearía que fuese la única de las posibles, por mucho que la arqueología le plante delante de sus narices la maldita realidad que ella detesta.

 

Quizás eso explique, además, su metedura de pata respecto al pasado de Navarra, metedura de pata que le costó una crítica durísima de otro historiador, Armando Besga Marroquín, y que no fue sino un episodio más a los que nos tienen acostumbrados los historiadores, incluido Polibio y Tito Livio, y del cual una se queda pensando si no sería mejor poner en cuarentena a todos los historiadores y sus historias.

 

Podriamos citar más ejemplos del revisionismo cantoniano que, afortunadamente, una y otra vez se ven en la obligación de corregir los especialistas y expertos. Basta leer a Francisco Beltrán Lloris (Plin. NHIII 13-14 ¿Beturia Céltica o Convento Hispalense? A propósito de la estructura de la descripción pliniana de la Bética, II Congreso Peninsular de Historia Antigua, Vitoria, 1994), al propio Farias o al ya citado Colmenero.

 

Y es que la señora Canto no parece entender una cosa tan elemental como esta: en ciencia se discute, se debate, se dialoga, se proponen hipótesis, se contrastan los datos y, en función de los resultados, se podrá o no elevar la hipótesis a teoría. Lo que nunca se hace en ciencia, señora mia, es dedicarse a  querer pasar una mera hipótesis como verdad por el expediente de ir llenando la red de notas a los editores o de articulos no contrastados ni debatidos. No está de más recordarle a nuestra ahistórica niña-burbuja que la Razón no se tiene, se comparte.

 

¿Cómo se le ocurre proponer una hipótesis de trabajo comenzando siempre con la cantinela “en mi artículo de 1997 ya demostré qué...” o esa estupidez de “una lectura de Plinio ya muestra claramente que...”? En particular, ¿cómo se le ocurre pensar que usted ha demostrado alguna vez nada?

 

Finalmente, asistimos con horror al nuevo invento del método cantoniano: la tele-epigrafía. Se trata de unir dos conceptos, el de teletrabajo y el de epigrafía, para dar a luz una pseudociencia que postula que el riguroso método epigráfico debe ser superado por el expediente de juzgar sobre la falsedad o veracidad de los hallazgos epigráficos en base a las fotografías que de dichos hallazgos aparezcan en prensa. Este es el método que la Premio Extraordinario de Bachillerato del Distrito Universitario de Madrid, en el año 1966, Alicia María Canto y de Gregorio, ha aplicado a las piezas del yacimiento de Iruña-Veleia para reputarlas de falsas. Ya no se trata de que la arqueología de campo no sirva para nada, ahora ni siquiera sirve el método epigráfico.

 

Visto todo en su conjunto hubiese sido mejor que la señora Canto y de Gregorio hubiese sucedido a su madre en el puesto de secretaria de la Fundación de Amas de Casa. Es en casa, en su casa, donde mejor debería estar. Salir al campo a cavar zanjas y a desenterrar evidencias es algo que ensucia las manos y, total, ¿para qué hincar el lomo y pasar penurias si todo lo que puede llegar a saberse de nuestro pasado está en la lectura sesgada de los escritos de Polibio, Tito Livio, Estrabon y Ptolomeo? Es más, ¿para qué siquiera leer a Polibio, Tito Livio, Estrabon y Ptolomeo si ya los ha leido por nosotros Alicia Canto y de Gregorio y sólo cabe una única interpretación: la suya?

 

Demasiado tiempo, y demasiado pronto, con las narices entre los textos clásicos dan como resultado una sabiohondez estéril, convirtiendo a nuestra profesora en la repelente redicha y sabelotodo que nada sabe y pretende dar lecciones pontificando aquí y allá. Lo peor, no obstante, es que desde que existe internet cada vez lee menos nuestra profesora, agarrándose a sus polibios y a sus ptolomeos para esparcir su mierda por toda la red, creando sus blogitos donde buscar la adulación que se le niega en virtud de una realidad que, a golpe de arqueología, le enmienda la plana cada dos por tres.

 

 

Cosas del saber, señora mía.

 

 

En el turdetano barrio de las Tres Mil Viviendas, año 2012.

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