Dec 28, 2011

David Montero Bosch: el profesor de filosofía que devino portera chismosa de escalera de vecinos

David Montero Bosch Portada

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David Montero Bosch: el profesor de filosofía que devino portera chismosa de escalera de vecinos

Pocas cosas hay tan tristes como un profesor vacío de conocimiento. Si aquel a quien se le supone una preparación destinada a transmitir conocimiento a los alumnos resulta ser un imbécil, el concepto de educación queda en nada. Queda, claro está, en la transmisión de imbecilidades, algo totalmente opuesto a lo que debería ser la educación.

 

Y eso es, precisamente, a lo que se ha dedicado un tipo que, participando en los foros con un nombre tan común y anodino como David Montero, pretendía hacerlo con su nombre a la vez que salvaguardaba celosamente su anonimato. ¿Quién es este David Montero?

 

David Montero Bosch, una mezcla de chimpancé hembra y el Hombre de Flores, tiene su guarida en Picassent, provincia de Valencia. Más concretamente en la urbanización Tancat de L’Alter, número 3. Además de dedicarse a la recogida de bayas y frutos silvestres en las proximidades de su cueva, cual requiere su naturaleza simiesca, Montero Bosch pretende ser profesor de secundaria. Una se pregunta qué podría enseñar semejante ser que tuviese encaje con el curriculum formativo de las enseñanzas medias, a menos que la fabricación de anzuelos de hueso, utensilios de sílex o el trenzado de hojas para la fabricación de cestos usados en la recolección de bayas forme parte de dicho curriculum. Resulta que David Montero Bosch imparte, no se lo pierdan, ¡filosofía!

 

La filosofía nos enseña a liberarnos de la elección de una concepción del mundo que mejor le vaya a uno. El trabajo filosófico consiste, precisamente, en eso, en ir más allá de las apariencias y, por supuesto, en no fabricar apariencias. Como decía Adorno, lo mejor que le puede aportar a su pensamiento el trato con la filosofía será inducirnos a entregarnos a las cosas y no a las necesidades ideológicas. ¿Cómo puede entonces un profesor de filosofía de secundaria haber dejado por escrito, en tres foros diferentes, todo un conjunto de sandeces, de difamaciones, de aseveraciones y de opiniones sesgadas? Quizás aquí debamos detenernos y aplicar el método filosófico para concluir esto: David Montero Bosch es profesor de filosofía en un instituto de enseñanza media... solo en apariencia.

 

Una lectura de las contribuciones de nuestro Hombre de Flores en los citados foros pronto delata las burlas que el tal David Montero dirige al equipo de arqueólogos, filólogos, historiadores, epigrafistas y científicos que descubrieron y estudiaron los materiales arqueológicos inscritos de Iruña-Veleia.

Es una burla que esconde la malicia contra algo que no se ha dominado por completo, contra algo pendiente, contra algo nunca resuelto del pasado. Hay resentimiento. Así, al señor arqueólogo le recrimina en una ocasión el que lleve una gorra, y añade nunca me parecieron gente de fiar los arqueólogos con gorrilla. Ya ven, nuestro pobre, anciano e imbecil profesor de filosofía se queda en las apariencias, todo ello muy poco filosófico... Al señor geólogo le reprocha que se dedique a la traducción (¿resentimiento?), crítica que podría haber dirigido contra su propia hermana, Anna Montero Bosch, también profesora de secundaria, pero mejor conocida por su faceta de traductora de francés. Señor Montero Bosch, díganos, ¿le ha reprochado ya a su hermana su condición de traductora, o solo guarda sus reproches para los demás?

 

Concluimos que, lejos de poder transmitir conocimiento a los demás, David Montero Bosch es, en sí, el propio objeto de estudio. Pero, ¿qué podríamos aprender del estudio de semejante retardado emocional?

 

David Montero Bosch, firmante de la carta en contra de la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia, se ha acercado a la filosofía, pero su mente de tarugo es impermeable al conocimiento, y las dos o tres cosillas de que se ha impregnado solo le han valido para convertirse en la portera chismosa de la escalera de vecinos, esa que critica al vecino del quinto por llevar gorra, o al vecino del primero por trasnochar, o al del segundo izquierda por descubrir unos artefactos arqueológicos. Que David Montero Bosch sea un ser zafio, ignorante y mezquino es algo de lo que nadie es responsable, excepto él.

Pero de que haya llegado a ser profesor de secundaria, de eso todos somos responsables, en idéntica proporción al grado de responsabilidad que tenemos por haber permitido que también sea profesor de secundaria otro conocido nuestro, Ramón Loza Lengarán, el Pepito Grillo de Vitoria. Estamos aquí ante la conjura de los necios, necios vestidos de profesor de enseñanza media. Terrible.

 

Explica eso quizás porqué tanto empeño en difamar a cierta profesora de egiptología o a cierto doctor en físicas apelando a que no habían demostrado su titulación, apelación que lanzaba nuestro profesor David Montero Bosch desde el anonimato.

 

Nuestro profesor cotilla, con sueldo de funcionario, se ha pasado nada menos que tres años sentado como un haragán frente a su ordenador insultando y criticando, siempre desde el anonimato, a todos aquellos cuyos logros no encajaban en su cosmovisión simiesca. Hoy es tres años más viejo, y tres veces más tonto. Toda su cultura procede de sus lecturas del L’Osservatore Romano y de algún que otro documental de esos que pasan por su cadena favorita, la cadena Arte, que a él le gusta llamar la cadena franco-alemana. Huele a cobardía. A resentimiento. Quizás su resentimiento nazca del hecho de que su trayectoria profesional, por calificarla de alguna manera, haya sido gris tirando a negra. En mayo de 1977 nuestro deleznable profesor obtuvo plaza fija, en la disciplina de filosofía, en el entonces Instituto Mixto de Sueca, habiendo obtenido la puntuación más baja de entre todos los candidatos (B.O.E. número 173, 24 de mayo de 1977). Ese será su cénit.

 

A partir de ahí, su vida no registra nada meritable. Aparece como suplente del tribunal de valoración de méritos de un concurso de traslados para la provisión de plazas de los cuerpos de catedráticos numerarios y profesores agregados de bachillerato (D.O.G.V. número 174), diez años después. Y se nos hace socio, el número 167, de la Sociedad Artístico-Musical de Picassent: es lo más cerca que va a estar del arte y de la música David Montero Bosch, él que en los foros pretende pasar por amante de la música y experto en arqueología e historia. Díganos, profesorcillo, ¿en todos estos años sólo aprendió a ponerse la capucha del anonimato en internet para poder vomitar toda su frustración sobre los demás? ¿No aprendió que la filosofía es la resistencia contra todo cliché? ¿O es que sólo aprendió a juzgar a los demás según se visten? Su comportamiento es el propio de chismosos, cotillas, murmuradores, difamadores, calumniadores... e imbéciles. Lo de imbécil le viene de su perfil en la red, en cuya casilla de “Intereses” nos escribe esto: No me gusta que se metan en mi vida.

 

¡Vaya, profesorcillo! No le gusta que se metan en su vida, pero usted se cree con el derecho de fiscalizar la vida de los demás. Lo dicho: pensamiento de imbéciles, aquellos que creen que su pensamiento es profundo. Y aciertan: es profundamente imbécil. El concepto de profundidad, cuando se le hace consistir en un puro replegarse en sí mismo, deviene algo vacío y en último término sin contenido alguno. Adorno dixit.

 

Por eso, David Montero Bosch, usted está vacío y su cabeza hueca. No se engañe: toda su profundidad es solo apariencia. Encájelo ya. Y deje de juzgar a los demás, de pontificar sobre esto o aquello, de ilustrarnos con sus dislates y tonterías, de darnos clase: no está usted en clase como profesor, ni tampoco como alumno. Aunque ha pasado mucho tiempo desde 1977, usted lo ha malgastado. Nada ha aprendido, excepto a insultar, a difamar, a calumniar y a soltar un chistecillo aquí, otro allá, o a aplaudir con sus pezuñas los chistecillos de otros idiotas. Pero aún tiene tiempo para algo: conózcase a sí mismo... y aléjese del ordenador.

 

Hemos repasado sus intervenciones en los foros, aquellas en las que echaba siempre más leña en la hoguera de los ataques a las personas. ¿Hará lo mismo cuando expongamos aquí los logros de otra profesorcita, a la sazón su mujer, o los de su hermana la poetisa? ¿No sería didáctico ponerle a usted en la misma tesitura hurgando en su vida personal y en la de sus allegados en igual medida en la que usted hurgó en la vida de los demás? Debería pedirle, a quien ya sabe, que le dé las charlas sobre introducción al Derecho, con especial énfasis en la parte referida al derecho a la dignidad de las personas, derecho que usted ha estado pisoteando todos estos años.

 

Le vamos a recordar unas palabras que alguien a quien usted conoce mal escribió:

 

No estic segur, doncs, que les humanitats foren un antídot eficaç contra el verí del saber fracturat. Ni tan sols estic segur que hi haja un antídot semblant. Tanmateix, si la penya de filòsofs, llatinistes i hel·lenistes érem manifestament incapaços de fer front a l’onada del Pensament Únic, si érem tan òbviament inútils, per què ens han foragitat a puntellons? Per què, si érem tan feliços i no féiem mal a ningú? O sí que en féiem? M’agradaria creure-ho. De veres.

 

 

Sí hay un antídoto, pobre diablo, aunque doloroso: el antídoto de sufrir uno mismo en sus carnes los males que ha causado. Y sí, filósofos, latinistas, helenistas, epigrafistas, profesores de secundaria y catedráticos no están exentos de comportarse como verdaderos ignorantes, como porteras chismosas de escalera de vecinos. Por mucho que vivan en los barrios bien de, por ejemplo, Picassent.

 

Verá, usted escribe, desde el anonimato, esto (en el original pone Servan y no Hernán, pero conviene desde ya ir presentado al resto de personajes):

 

65. David Montero  |  Miércoles, 25 noviembre, 2009 a las 9:51 am

 

Estimado Hernán:

¿Considera Ud. la posibilidad de que algunos óstraka sean de la mano del Sr. Gil y que luego la cosa se le haya ido de las manos y otras personas hayan comenzado a desbarrar? ¿Por qué no? Digo la posibilidad.

 

Lo que sería parecido a esto:

 

¿Considera usted, querido Watson, la posibilidad de que el el Sr. David Montero Bosch se acueste con su hermana y otras personas hayan comenzado a hacerlo también? ¿Por qué no? Digo la posibilidad.

 

Eso es exactamente lo que el mugroso profesorcito de secundaria, David Montero Bosch, ha estado haciendo estos años desde Picassent. Y eso es lo que pensamos que debería, con fines puramente didácticos, hacerse con su familia, y ello con la vana esperanza de que, antes de que fallezca, aprenda por lo menos que el daño que sufre el prójimo ni le hace igual a nosotros ni le exime de nuestra envidia.

 

Tenga un buen dia, profesor.

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